Para Victoriano Huerta, Francisco Villa no era más que un bandido, y los villistas no estaban a la altura del Ejército Federal, por lo que, después de la batalla de Rellano, el Ejército Federal acusó a Tomás Urbina y a los villistas de robar una hacienda, por lo que Huerta ordenó fusilarlos. Frente a esto, Villa defendió a su tropa y amenazó con abandonar la División del Norte al mando del general Huerta.
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